martes, 28 de septiembre de 2010

Volver a empezar, otra vez.

Volvemos a las andadas.
Otra vez los pasillos se llenan de estudiantes y la copistería, de apuntes. Como no podía ser de otra manera. También la dichosa manía de que no se puede entrar a la biblioteca con bolsos y, para variar, el candado tiene que estar en algún sitio, sí, pero, ¿dónde?
Los autobuses se vuelven una odisea por las mañanas y parecen áridos desiertos a eso de las cuatro. Luego, cuando acaban las clases, la Gran Vía vuelve a ser esa calle tan ruidosa de siempre, en la que hay que subir el volumen de la música mientras se valora que la caminata desde la Cartuja merece la pena. Al menos, algo de ejercicio...
Pero, sobre todo, que no falten los propósitos. Los de estudiante modelo, apuntes perfectos, limpios, a dos colores y, muy importante, estudiados desde el primer día. De continuo. Y también los de universitario, salir, conocer gente, organizarse y da tiempo para todo. Después vendrá aquello de salí para una caña, pero me han liado... y, aunque lo sabemos, nos hacemos un poco los tontos y seguimos con nuestra lechera feliz que, entre subrayador e inminente matrícula, ya ha empezado a tropezarse con el primer barril o cafelillo, nada, un rato, que hay que aprovechar que es la primera semana...
Y es que alguna que otra rutina es necesaria para centrar un poco la cabeza, para dejar que la arena se despida de la piel y, lo siento mucho, para que el moreno se nos vaya cayendo y volvamos a ser los rostros pálidos de siempre...
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Suena: K.O. Boy, Luis Ramiro
Desde mi ventana: Ya es de noche. Hay una estrella... ¿será la Polar?

sábado, 25 de septiembre de 2010

París nos dio la espalda.

¡Buenos días!
Hace un par de noches, en un momento de insomnio, no sé por qué, me vino a la cabeza Casablanca. Estuve dándole unas cuantas vueltas a algunas frases de la película y terminé por anotarlas, con la idea de escribir un pequeño texto, una especie de pastiche.
Y nada, que ahí lo dejo.



Este relato podrás encontrarlo en mi próximo libro: Mi propia ingravidez.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Una canción.

-Bonita canción.
-Sí... Por cierto, ¿sabes qué?
-Dime.
-Antes, cuando me fui, lo hice para tocarla.
-¿Sí?
-Sí.

Y, por un instante, se sintió más cerca. Como si las notas musicales de las que tan poco sabía, hubieran acortado las distancias, y en lugar de escuchar aquella canción desde el Youtube lo hubiera hecho a través del deslizar de sus dedos...

No se lo dijo.
Pero estuvo a punto de hacerlo.

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Suena: Come what may, BSO Moulin Rouge
Desde mi ventana: Sorprendentemente, y tras el diluvio de los últimos días, luce el sol, el cielo está azul y las nubes que lo cruzan son blancas. Parece que el peligro ha pasado, aunque con septiembre, nunca se sabe...

jueves, 16 de septiembre de 2010

Calabobos.

Este relato podrás encontrarlo en mi próximo libro: Mi propia ingravidez.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Lluvia de septiembre.

Este relato podrás encontrarlo en mi próximo libro: Mi propia ingravidez.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Septiembre llega con su ¡Oh Dios mío!

Septiembre nos acechaba por la espalda y yo no quise verlo.
Lentamente perfilaba su traición de días cada vez más cortos, de tiempo inestable, del presagio del verano que se nos escaparía de las manos. Igual que un suspiro ante la imagen de un recuerdo. Y así dará paso, una vez más al otoño, a los tonos ocres, a las hojas que planean sobre nuestras cabezas antes de caer rendidas, sin tregua ni bandera blanca, al suelo, donde yacerán hasta ser pisoteadas con el réquiem de un crujido.
Sí, viejo amigo, septiembre nos acechaba por la espalda y ahora, se ríe en mi cara.
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Suena: el tic-tac de mi reloj, ahora entiendo la locura del Capitán Garfio.
Desde mi ventana: la Sierra tiene un extraño color sepia y el cielo, aunque azul, se llena de polvo.

jueves, 2 de septiembre de 2010

El grillo.

La Reina de Espadas, torpemente abandonada a su deseo y a la ceguera de no querer mirar, hablaba una noche cualquiera con el Rey de Corazones, mientras los relojes corrían veloces en sus manecillas, en el doloroso tic-tac que perforaba los oídos y no se acompasaba a sus inquietos latidos...
Sin embargo, de pronto, su irregular plática, su conversación dolorosa por insulsa, más que nada por seguir escuchando esa voz que parecía obrar el milagro del arpa de Bécquer, que rasgaba su armadura interna, la que de verdad la protegía, se detuvo en un punto ingrávido, quizás en el momento en que alguna estrella se apagaba allá en el cosmos...
-Tsssss! Escucha... tssss! Escucha el silencio...
Así fue como el Rey de Corazones impuso el silencio en la noche.
Y así fue como la Reina de Espadas comprendió que, una vez más, había hablado demasiado.
Tan sólo un grillo se atrevió a desobedecerle, y la Reina de Espadas enloqueció con ese sonido.
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Suena: All the right moves, One Republic
Desde mi ventana: un cielo oscuro, aunque con una cierta luz rojiza extraña...