domingo, 17 de julio de 2011

El sueño del rinoceronte.

Nunca supe cómo describir esa extraña sensación que acompaña al sueño o a la pesadilla, la certeza de que es real, el sabor salado de las lágrimas o el beso cuando aún no se ha dado. La sangre que brota de la herida, el ahogo en la carrera, el traspiés o las risas que se superponen al ruido de la calle, de los coches, de los cafés y las tapas. El salto en paracaídas, y la gravedad que precipita al suelo, el escalofrío que recorre el cuerpo antes de caer en los brazos de Morfeo eterno...
Nunca supe describirla, nunca supe cómo resumir tanto sentimiento inconcluso, inexperimentado, con un final abierto, con el regusto amargo del lector tras el epílogo.

Sin embargo, esta noche, lo vi claro; mis sueños son como el rinoceronte de Durero.




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Suena: el tictac, el teléfono y la voz de Meri preguntando cómo se cambian algunas configuraciones del blog.

Desde mi ventana: los toldos se extienden sobre los balcones vecinos.

2 comentarios:

  1. ¿Sueñan los rinocerontes con sus amadas rinocerontes? ¿Se torturan por haber perdido una batalla por la comida? ¿Se preocupan porque los pequeños rinocerontes hijos tenga buenas compañías y sepan defenderse? ¿Sueña el rinoceronte de Durero conmigo, cuando yo sueño con él? Al menos espero que él no se haga tantas preguntas como yo.

    PD. I like it!! =)

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  2. Sólo se puede escribir de esa manera con tanto talento como el tuyo. Enhorabuena!

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Pasen y vean.