domingo, 28 de agosto de 2016

Brindemos por este verano que agoniza como lo hace la cerveza cuando es en buena compañía. 
Brindo por ti porque septiembre es sinónimo de aventura y de promesas. Que se te atascan las maletas al cruzar esta puerta y el vacío que me dejas solo podrá llenarse con todas tus historias a la vuelta.


Por cierto, si os fijáis un poco, ¡¡este botellín está personalizado!! Cortesía de mi señor hermano.

jueves, 25 de agosto de 2016

"El triunfo del vencido siempre reparte cicatrices y culpas."

Cuando ella baila se deshace la pena.

 Yo la he visto bailar para deshacerse de la tristeza como quien deshace una trenza y se suelta el pelo, se lo ahueca con los dedos y se olvida de que antes hubo algo que lo aprisionaba. La he visto descalzarse y cerrar los ojos, como si pudiera mirarse por dentro y decirle a su pena: «Aquí estás y qué poco tiempo te queda en mi pecho». Y luego le ha sonreído como quien ve alejarse un autobús desde el andén y se sabe a ratos nostálgico hasta que llegue el abrazo de vuelta. Ella despide así a su tristeza: esperando su regreso.
 Balancea su cuerpo tan arrítmico como ajeno de los compases y de lo que pasa fuera de las paredes de su cuarto. Cualquiera apreciaría las disonancias, pero qué poco importan para lo hermosa que luce en cada vaivén y lo bien que le sienta esa suerte de exorcismo; como si llevara varias vidas practicándolo. Y es que no es sencillo sacar a bailar a las penas tan bien ni tan valientemente como lo hace ella: sabiendo que a una de las dos le saldrán llagas en los pies. Pero yo que las he visto gritar y ser pura violencia… ¡con qué sensualidad se seducen una a otra cuando danzan esa chica y sus tristezas!
 Y es que cuando ella baila, la pena se sirve tres copas: la que celebra la victoria, la que festeja la derrota y la del arrepentimiento; porque el triunfo del vencido siempre reparte cicatrices y culpas. Y qué amarga es esa borrachera. Qué extraña sensación la de la derrota triunfal, ese deseo necio de estar equivocado y, sin embargo, perseverar en la búsqueda de la verdad; ese no querer ver nada y no poder evitar encender toda luz. Quizás por eso es ella la que danza y deja que sea la pena la que beba, la que se aturda tanto como para olvidar si el mareo lo causa el alcohol o sus torpes y arrítmicas vueltas. Entonces le faltan rincones en los que acurrucarse como una niña que ha perdido su peluche y tiene que contentarse con abrazarse a sus rodillas. Pero, ¡ay cuando se levanta! En esos pasos no hay trompicones ni torpezas; todo es camino, valentía y fuerza.
 Yo la he visto bailar así y tú deberías verla porque cuando ella baila se deshace la pena.
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Suena: Entre dos aguas, Paco de Lucía.
Desde mi ventana: los mares del sur y sus olas, pero también las chicharras.

domingo, 21 de agosto de 2016

"Yo me quise creer tus mentiras porque, aunque falsas, eran las palabras más bonitas que me habían dicho hasta ese momento."

jueves, 18 de agosto de 2016

Quiéreme.

 El ruego escapó de sus labios y antes que de sus labios, lo hizo de su boca, de las cuerdas vocales, de la garganta. Pobre ruego, atravesado como estaba entre la sístole y la diástole, entre los alveolos y el pulmón. Pobre ruego, tan escondido. Pobrecito mío, tan temeroso del día, de abandonar la oscuridad de sus rincones, de esas entrañas que de tanto recorrerlas tan bien se las sabía.

-Quiéreme.

 Y a esos labios, cómo les dolía el imperativo, esa orden del vencido, ese lamento, ese último cartucho quemado sin su permiso. Cómo escocía en los ojos, igual que si al ruego lo hubiera parido el lacrimal, igual que una de esas molestas motas que, tan inoportunas, excusan de lo irremediable. Pero, por Dios, cómo le temblaba el cuerpo, qué absurdo vaivén dejaba tras de sí esa torpeza, esa confesión tan necia que parecía que fuera a hacerle caer sobre sus rodillas. Pobres labios entreabiertos, pobre suspiro, pobre cuerpo, tanto anhelo en tan poco pecho.

-¿Qué?

 Las prisas, como siempre, tiñeron de estelas rosadas las mejillas y el exceso de sus palabras. El ruego volvió a los labios, a la boca, a las cuerdas vocales, a la garganta. Volvió al través de alternar la sístole y la diástole, al respirar quedo, cansado, hediondo.

 -Que te quiero.
 -Yo a ti también.


 Míralo, tan cobarde y tan herido. Pobre ruego, carroña de un amor muerto.
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Suena: Quiéreme, Luis Eduardo Aute.
Desde mi ventana: la luna traza un sendero de plata sobre el mar en calma. Qué hermosas son las noches en la costa.

domingo, 14 de agosto de 2016

"¿Por qué no? Podrías estar preguntándote por mí."














Esa incertidumbre que se suma al tedio de los domingos hace de éstos días todavía más extraños.
Recuerdo cuando Ismael cantaba aquello de que las tardes de domingo esperaré tu llamada y mi teléfono no llegaba a sona, y caía la noche y se acababa, triste, la semana. Suerte que aquellos domingos sean recuerdos y que hoy siga cambiando mis ventanas por tus balcones.

jueves, 11 de agosto de 2016

Mis otras vidas.

 Yo había imaginado muchas vidas antes de ésta, antes de que llegaras tú a cumplírmela con esos aires de falsa modestia que sabes que me irritan. Yo las había imaginado a tanto color que, incluso en blanco y negro, se volvían tan reales como para que Rick fumara de mis labios y nos llorasen las manos de Sam al piano. Yo las había imaginado con tanto detalle que podía volver a cada una de ellas igual que se consulta un diccionario: con los dedos recorriendo las páginas y subrayando con las yemas, una a una, cada palabra.
 Ya ves, me sabía de memoria mis ficciones: la puerta de una casa que no podía ser, las llaves dentro de un bolso que nunca tuve, el taconeo por el pasillo y ese maldito sofá lleno de subjuntivos esperando a que volviese cansada del trabajo o de imaginarme otras vidas. Todas esas que ahora se esconden para verte pasar, que te espían y se preguntan entre dientes en qué momento las hice a un lado, cuándo fue que cambiaste mis modos por el indicativo, que me llenaste de presente las manos. Yo que las había imaginado con la misma vehemencia con que un niño aprieta los puños y cierra los ojos con fuerza para apagar las velas de su tarta; yo que había soplado tantos dientes de león y seguido el rastro fugaz de las estrellas, dibujado mensajes en la arena, escrito en los pupitres y en los márgenes de los apuntes. Yo que tenía tantas vidas a las que acogerme, a las que acudir para refugiarme, me encuentro con que no me dan asilo desde que tú me nombras. Están molestas porque a ellas no les araño la espalda sino las entrañas, no les beso la frente, sino que mis labios, con ellas, solo saben a nostalgias.
 Hay que ver cómo he hecho de ellas unas celosas que se ocultan allí donde pueden, donde encuentran un triste recoveco que aún no conoce la forma en que tus dedos enredan mis mechones rebeldes y los peinan detrás de mis orejas. Ellas, que tan rápido crecieron al recorrer taconeando ese pasillo, al dibujar una silueta en el sofá y ponerle un rostro que nunca fue el tuyo. Y, joder, llegaste tú para cumplirlo, para sacudir de subjuntivos el sofá, sentarte y decirme: «venga, ven, pon las piernas en alto», y acabar en caricias o estallar en orgasmo; dormirme en tus brazos, despertar en tus labios. Reírme a pleno pulmón de esta vida y de todas las que imaginé y, sin embargo, eran tan tristes porque no eran a tu lado.
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Suena: Pequeña criatura, Ismael Serrano.
Desde mi ventana: mi ventana es hoy su ventana, su balcón, su calle y las siluetas que la cortina dibuja y desdibuja a su lado. Por fin corre algo de aire.
"Yo había imaginado muchas vidas antes de ésta, antes de que llegaras tú a cumplírmela".

domingo, 7 de agosto de 2016

"Pero qué bien le sienta a la curvatura de tu boca esta promesa de mi desnudez."


jueves, 4 de agosto de 2016

Precipicios

 Te miré como se mira el horizonte desde un precipicio: sin ser consciente del vértigo ni de la caída.
 Te miré para guardarte en las retinas y en las palmas de mis manos, sabiendo que serías tan efímero que no habría imagen que te hiciera justicia. Por eso me esforcé en aprenderte con los ojos y la piel, para no olvidarte como se olvidan las puestas de sol cuando ya han desaparecido; para ver con tus ojos y sentir con tu tacto, para mirarme como si tú me miraras y acariciarme como si tú me acariciaras. Para estar contigo en tus ausencias, para que siempre me acompañaras.
 Te miré así y pensé que nunca me olvidarías; como si no hubiera más locos trepando precipicios para mirar el horizonte, como si yo fuera la única dispuesta a ignorar vértigos y caídas o a que tus ojos y tus manos los remediaran. Y, verás, es que no sólo pensé que no me olvidarías, sino que di por hecho que no podrías hacerlo; que tus ojos y tu piel se quedarían unidos a los míos, que empezarías a ver con mis ojos y a sentir con mis manos, con mis dedos.
 Te miré y entendí por qué los antiguos invocaban a los dioses, por qué les bailaban y por qué entregaban sus cuerpos a las danzas. Yo también te habría bailado, amor mío. Te habría invocado con este cuerpo, estos ojos, estas manos.
 Te miré y me faltó clavarme las uñas, abrirme el pecho, retirarme la carne y que te encontraras allí, cobijado en mis entrañas. Te miré para que entendieras que no habría vértigo ni caída de la que estos huesos no fueran a salvarte.
 Te miré y tú te reíste. Te reíste como quien se ha perdido en sus pensamientos y espera que esa mirada no aguarde ninguna respuesta más allá de la carcajada.
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Suena: Divenire, Ludovico Einaudi.
Desde mi ventana: la persiana está medio bajada, para evitar el calor. Pero, aunque no la vea, sé que ahí detrás está, como siempre, la Sierra.

miércoles, 3 de agosto de 2016

No puedo resistirme. He aquí un pequeño adelanto del texto de mañana:

"Te miré como se mira el horizonte desde un precipicio: sin ser consciente del vértigo ni de la caída."

lunes, 1 de agosto de 2016

"Como todos los cobardes vuelvo a ti con la palabra indisciplinada".

Y volver, volver, volver...

Y volver, volver, volveeeeeer… ¡y el blog está de vuelta!

Familiares y amigos, ¡aquí estamos de nuevo! Sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que escribí aquí así que, contadme, ¿cómo va el verano? ¿Moreno playa o moreno piscina? ¿Todavía trabajando o ya de vacaciones? Y, por cierto, aquellos lejanos propósitos de año nuevo, ¿qué? ¿Alguien se acuerda de eso? Por mi parte os traigo un montón de noticias que estoy deseando compartir con vosotros y es que…

¡¡VOY A PUBLICAR MI PRIMER LIBRO!!

¡Chan, chan, chaaaan! (Redobles de tambores, ya sabéis…)

Mira que lo habré dicho ya veces y se me sigue quedando la misma cara de niña pequeña en víspera de Reyes... Pero sí, voy a publicar mi primer libro y no podría estar más ilusionada. Os cuento bien. Va a ser un libro de relatos titulado Mi propia ingravidez, igual que el blog. De hecho, el libro recoge una selección de los escritos que durante estos años he ido publicando aquí. Para ir abriendo boca, en la sección de Novedades literarias encontraréis una pequeña muestra de algunos de ellos, aunque otros muchos veréis que ya no están disponibles en el blog. ¡Estoy deseando verlos en papel! Esa tarea recae sobre los amigos de Esdrújula Ediciones, grandes compañeros de viaje en esta increíble aventura.

Otra de las novedades que os traigo es el aspecto del blog. Como podéis ver, se ha engalanado para la ocasión. Además de los textos, ahora hay otras secciones: Novedades literarias, Agenda y Sobre mí. En la primera, además de la selección de relatos, encontraréis cualquier primicia relativa al libro, ¡estad muy atentos! En Agenda daré todos los detalles relativos a presentaciones, actividades literarias, etc. ¡Ay, ay, ay! ¡Qué nervios solo de pensarlo! Y, por último, si queréis saber un poquito más de quién os escribe, nada más que pinchéis en Sobre mí.

Por otro lado, los que me lleváis leyendo un tiempo ya sabéis que normalmente mis escritos van de la mano tanto del paisaje que se ve desde mi ventana como de la música que estoy escuchando en ese momento. Como no os puedo transportar a mi escritorio para que os deleitéis con Sierra Nevada, a cambio os traigo una lista de Spotify con todas las canciones que acompañan a mis palabras. La tenéis en la columna de la derecha.

Y, de momento, esto es todo. El jueves retomo esa sana costumbre de publicar en el blog. ¿Por qué el jueves? Porque da la casualidad de que las mejores cosas que me han pasado relacionadas con la literatura han sido casi siempre en jueves. Si no queréis perderos nada, también en la columna de la derecha os dejo una ayudita para saber dónde encontrarme.

¡Qué vaya genial la semana!

Por cierto, quién os iba a decir que recibiríais una noticia tan buena en lunes, ¿eh?