Los malditos trenes, sus andenes, sus estaciones, siempre sucias, siempre ruidosas, siempre llenas de adiós y de reencuentros, de pañuelos blancos que ya no se agitan y de despedidas que se sangran gota a gota, de besos y abrazos ajenos, de lágrimas quién sabe si de felicidad o tristeza...
Me gustan las estaciones de tren, igual que me fascinan los trenes, los autobuses, el vaivén de la carretera, las idas y las vueltas, con los pensamientos que ellas generan... Pero lo que no me gusta, joder, es convertirme en una estación.
Una constante y perenne estación...
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Suena: Sere Nere, Tiziano Ferro
Desde mi ventana: Algeciras.
Me ha encantado, será porque yo ahora me siento una estación, a la que vienen trenes, trenes que nunca se quedan aunque se lo pidas. Trenes de ida sin billete de vuelta..
ResponderEliminarYo dejo pasar todos los trenes... :(
ResponderEliminarMe gusta cómo lo escribes. Besos.