Ya no preguntan por mí en los bares y aquellos que cierro ahora lo
hago casi por descuido. Tampoco cuento las copas a partir de la tercera o la
cuarta, ni enarbolo a Schopenhauer cuando duele y a Sabina cuando quiero que
duela. Podría decirse que he madurado, que me he reformado, que ya no hay
rincones que huelan a tabaco ni a colonia de caballero. Por no haber, no hay
folios, ni palabras en ellos, que a quienes eran humo y aroma se deban. Te
diría una última vez, una última vez como siempre por estas fechas, que no
sabes lo que me alegra tenerte tan lejos. Y aun siendo sincera, no sé a
quién le estaría hablando: si al que fue el amor de mi vida o a quien ya peina canas.
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Suena: Recuerdo, Ismael Serrano.
Desde mi ventana: la oscuridad de una de esas noches en las que, sin saber cómo, hemos cerrado los bares. A veces pienso que, como en la canción, preguntaré y...
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