Algo que no termino de parir, pero que quiero compartir con vosotros:
"-¿Por qué tienes esa voz tan apagada? ¿Estás cansada o te pasa algo? -preguntó al otro lado del teléfono.
-No, nada. Sólo quería ponerme triste. Estoy escribiendo y mis personajes están mal y yo, sin embargo...
-¿Tú?
-Yo soy feliz. Pero sigo necesitando ciertas dosis de tristeza para escribir y para vivir. Y no sé cuál de los dos verbos me preocupa más.
-Claro que lo sabes -guardó silencio-. Escribir.
-No seas injusto.
-No lo soy. Siempre esperas que en el último momento venga algo o alguien y te salve, te remedie de la vida; pero de tus personajes, de tus palabras... de eso no te va a librar nadie.
-Ya."
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Suena: el recuerdo de aquella llamada.
Desde mi ventana: entonces era medio día, hacía sol y éramos tan jóvenes que mentir por teléfono resultaba sencillo.