viernes, 12 de noviembre de 2010

Jueves de conferencia.

El jueves por la mañana, en una amplia sala de conferencias, fría cual témpano, bolígrafo en mano y con una mañana un poco tonta, al más puro estilo de las noches idiotas de Rafa Pons...
.
Aquel suspiro que dejé colgando en tus labios ha venido a pedirme cuentas con el recibo del sueño que pinté en tu pecho. Tal vez quiera exigir el pago por mirarme en tus ojos, por la cercanía de nuestros rostros y el reflejo en el otoño de tu pupila. O, quién sabe, por aquel beso de sal que hizo caer los muros, como si de las trompetas bíblicas se tratase, resquebrajando la armadura del miedo.
Quizás, tan sólo busca traerte a mi memoria, en un dulce y placentero asalto a traición, una puñalada trapera de sentimientos proporcional al intenso latir, a la desbocada sístole y diástole que provoca tu voz, al silencio que te brindan mis mejillas sonrosadas y que me niegan las palabras, como si la risa nerviosa rompiera una a una las cuerdas de mi garganta...
.
No sé; debe tratarse de un suspiro torpe.
De esos que creen que, sin su presencia, no te estaría echando de menos...
.
Y, ya ves, qué pobre iluso es el suspiro de tu nombre.
________________________________________________
Suena: la monotonía de la voz de un conferenciante al leer su ponencia...
Desde mi ventana: las ventanas están demasiado altas; lo mismo que yo, a unos cuantos metros sobre el cielo...