sábado, 27 de abril de 2013

Y nada más que agua.

He soñado que llovía y que las gotas mojaban tu pelo, salpicaban tu barba, tus gafas. He soñado con tus ojos mirándome fijamente, y con el tacto de la piel húmeda, con la ausencia de un paraguas que nos cubriera, contigo en frente, sin apartarme de ti, aún cuando no me tocaras, aún cuando todo fuera ficción. He soñado, lo sé, con el olor a tierra mojada, y tus labios, y mis yemas, y el recoveco de tus mejillas. Y tú quitándote la chaqueta, he soñado con su olor, con el tuyo, el de la colonia y el que te caracteriza, y yo riendo, a medio camino de agradecerte el gesto, a medio de indignarme y rogarte que no fueras uno más, uno de esos que se quitan la chaqueta y se dejan el resto de corazas, que creen salvar cuando lo único que se está buscando es el peligro de la herida. He soñado, ya ves, con las puntas de tus zapatos, y mis puntillas tratando de alcanzarte. He soñado que llovía, que caía mucha agua, mucha, mucha, mucha… Un ruido ensordecedor; que llovía y tú me mirabas, tus labios, mis yemas, el olor a tierra mojada, y tú, y luego yo, y nada más que agua, como si alguien estuviera llorándonos.
Y después, lo de siempre: nos despertamos, yo en mi cama y tú donde quiera que duerman los canallas.
____________________________
Suena: La plage, Yann Tiersen
Desde mi ventana: noche cerrada, algunas luces al fondo, en la Sierra.




Este relato también puedes encontrarlo en mi libro: Mi propia ingravidez.

martes, 23 de abril de 2013