jueves, 8 de septiembre de 2016

De rosas y espinas

La rosa nunca fue tan frágil como en las manos de quien está temeroso de sus espinas. Y aquí me tienes, amor mío, temblando.
Te contemplo como quien contempla la belleza desde el lodo, con los dedos llenos de miseria y de pasado -y a nadie se le escapa que la belleza se viste siempre de blanco. Te miro y lo hago con los ojos de quien ha sido cardo antes que flor esplendorosa, de quien se ha revestido con tanta espina que no ha conocido más belleza que aquella provocada por el daño. Te descubro y, uno a uno, mis pétalos se caen para que reconozcas los lugares donde crecieron esas púas, para que tus dedos sepan a qué altura han de acariciar cada cicatriz y dónde cuidarse de la herida que todavía se abre cuando la miro. Sé que seré quien traiga la pesadilla al respirar quedo de tus noches, el insomnio al remanso de paz de tu pecho. Y tirita este cuerpo egoísta y culpable mientras se le llena la boca de palabras bonitas, por si acaso su perfume enmascara tanta putrefacción.
Me miras con la ternura de quien sabe que hay flores que crecen entre las piedras y con la duda del que compra una planta de interior para un piso demasiado luminoso. Me miras con la parsimonia del guion aprendido, siguiendo las instrucciones al pie de la letra, pero haciendo ver que son improvisación y capricho. Me miras -porque tus ojos nunca van más allá de mis pupilas y cuando lo hacen parecen macetas artificiales-; me miras y escondes tus espinas. Como si temieras que mis dedos fuesen tan torpes de pincharse en un descuido, como si no fuera a soportar tu dolor ni tus heridas.
Tú, que me has hecho rosa al tacto, no entiendes que yo, aunque sé que jamás me lo pedirás, cerraría mi puño y dejaría que la sangre resbalara por la piel y los brazos. No sé cómo decirte, amor, que no le tengo miedo a tus espinas, pero que cada vez que me las ocultas pienso tus ojos y los imagino revistiéndome de fragilidad y tengo que correr a inventarte otras heridas, otras púas con las que desgarrarme para evitar este temblor que ahora me atosiga. Hazme digna de tus espinas, por favor te lo pido. Compártelas conmigo, amor mío, que la rosa nunca fue tan frágil como en las manos de quien está temeroso de sus espinas.
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Suena: With or Without You, 2Cellos cover.
Desde mi ventana: hace tanto calor este septiembre que escribo con la persiana totalmente bajada y a oscuras. La gata se pasea y enreda por mis pies; espera paciente a que ponga final al texto para que juegue con ella.

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