miércoles, 20 de marzo de 2013

Dime, Primavera.

Dime, Primavera, cómo me deshago yo de este sentimiento, de esta euforia de flores y sol, de volver a tener diecisiete y querer sentir toda la libertad estallando en mi pecho, y hablar, hablar, hablar… que ya lo dijo Schopenhauer, ¿cómo ascender y callar? Y te contaría, no sé, las tonterías de siempre con la luz de antes, el tiempo que pasa, las cosas que no cambian, las nuevas historias, las que se quedaron en la orilla y las que se atrevieron con el mar de fondo. Que otra vez llegas vestida de promesa y plenitud, Primavera, que otra vez te escondes cartas entre los dedos, y tus jugadas son el deshielo de todo un invierno, de cada palabra escrita en los márgenes de los folios, de la vida que dejamos colgada en unos puntos suspensivos para recuperarla cuando fuéramos capaces de vivirla. No sé, Primavera, que bajo todas tus alergias, escondes capas de nostalgia y de tristezas, que alguna vez te quedarás, nos quedaremos, sin alcohol, y dime tú dónde ahogaremos la rabia, la pena, la desazón y en qué fondo, en qué vaso o botella, vamos a estrellarnos cuando caigamos por la pendiente de estos días largos y estas noches cortas. Primavera, Primavera, que los cristales nos abrirán heridas que supurarán año tras año, pero moriremos con ellas. Y ahora vienes tú, folio en blanco, hojas nuevas, y me pides que no piense, que respire, que me abandone en esta borrachera que me ofreces, en el néctar de tu vientre. Quieres hacerlo todo posible, como cada comienzo, cada punto de inflexión, cada recuerdo, cada beso, cada abrazo, cada frase que no se dijo, y el silencio que nos acose luego cuando tú, ingratas palabras, te marches a otros brazos y a otro tiempo, a otro lugar, y te vistas de revolución, de sueños. Dime, Primavera, cómo me deshago yo de este sentimiento, de este quiero y no puedo, de este puedo y no quiero. Lárgate pronto y no vuelvas. Pero antes de marcharte quédate un rato, hasta que te odie y me acostumbre, hasta que puedas abandonarme con todos los remordimientos; no hoy, no mañana, puede que un lunes. Dime, Primavera, de qué vamos a hablar estos días, estos meses y los próximos años, si serás amante fiel, tejiendo y destejiendo mi espera, y yo, buscándote y perdiéndome, sin saber muy bien si acudir o no a los dioses para que me salven o esperar la cura en este sentimiento, en este fármaco que sana y envenena, en esta meteorología con trampas. Como tú, como yo.
Conversa conmigo, Primavera, ahora que nadie nos oye y todos nos miran.
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Suena: Solo, Annalisa Scarrone
Desde mi ventana: es de noche, sí, pero la primera de esta primavera.





Este relato también puedes encontrarlo en mi libro: Mi propia ingravidez.

viernes, 8 de marzo de 2013

Venezia.

Este relato podrás encontrarlo en mi próximo libro: Mi propia ingravidez.