martes, 31 de diciembre de 2013

Mala uva.

Este relato podrás encontrarlo en mi próximo libro: Mi propia ingravidez.

martes, 26 de noviembre de 2013

Tic-tac.

Este relato podrás encontrarlo en mi próximo libro: Mi propia ingravidez.

jueves, 31 de octubre de 2013

lunes, 30 de septiembre de 2013

lunes, 16 de septiembre de 2013

Sucede septiembre.

Este relato podrás encontrarlo en mi próximo libro: Mi propia ingravidez.

martes, 30 de julio de 2013

Tú y tu soledad.

Entre los trabajos, exámenes y, también, las vacaciones, las musas parece que se han ido de paseo. Cuando vuelvan, seguiré escribiendo. Mientras tanto, recupero algo que tecleé hace meses...




Este relato podrás encontrarlo en mi próximo libro: Mi propia ingravidez.

miércoles, 15 de mayo de 2013

En el intersticio.


De nuevo en la brecha, amigos míos, otra vez.
Shakespeare

 Ninguno lo sabe, y todos se miran como buscando en el rostro de los demás la respuesta. Ahí están, como en una obra de teatro extraña, como si algo les retuviera en el escenario y quisieran salir, escapar, huir, bajar al patio de butacas… pero antes necesitan saberlo. La pregunta ronda sus cabezas y se estrella en cada pensamiento. Pero ninguno lo sabe, nadie les ha dicho cómo han llegado hasta allí, simplemente hubo un momento en el que estaban y ya.
 Reconstruir sus pasos es como contar un sueño; les faltan las palabras y cuanto más lejos del amanecer, más confuso y disparatado se vuelve todo. Se miran, se buscan y quieren salir, pero no pueden hacerlo porque no están en ninguna parte. Podrían describir perfectamente el suelo, el mobiliario, lo que ven y lo que sienten, incluso aquello que desean; podrían remontarse y tratar de darse una entidad y acabar perdiéndose en las palabras, arrancándoles de cuajo todo significado, dejándolas vacías, despojadas de todo, de voz, de trazo, de rasgo… volverlas informes y deformes, ahorcarlas en su propio discurso… Nada. Tratando de decirlo todo, incapaces de decir nada; a medio camino entre la vida y la muerte, como un constante estado vegetativo.

 “-¿Cómo hemos llegado hasta aquí? –se preguntan- ¿Qué hubo antes de ti, antes de esto, antes de este intersticio?”

 Y sólo le responde el eco, porque no hay nada, y tus palabras vacías son las mías también. Como con las cosas importantes, no hay nada tangible, todo se desvanece al primer intento de poseerlas. Huyen. Como quisieran ellos, ellos que no pueden porque no saben, y al no saber, están condenados al deseo de saber y a temer cuando el conocimiento se aproxime. Y entonces, quizás, sólo tengan la certeza de que nunca hubo nada, ni antes ni después, ni siquiera en ese momento, ni en estas palabras, ni en otras.

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Suena: Memories in my eyes, Yiruma.
Desde mi ventana: noche y restos de lluvia.

sábado, 27 de abril de 2013

Y nada más que agua.

He soñado que llovía y que las gotas mojaban tu pelo, salpicaban tu barba, tus gafas. He soñado con tus ojos mirándome fijamente, y con el tacto de la piel húmeda, con la ausencia de un paraguas que nos cubriera, contigo en frente, sin apartarme de ti, aún cuando no me tocaras, aún cuando todo fuera ficción. He soñado, lo sé, con el olor a tierra mojada, y tus labios, y mis yemas, y el recoveco de tus mejillas. Y tú quitándote la chaqueta, he soñado con su olor, con el tuyo, el de la colonia y el que te caracteriza, y yo riendo, a medio camino de agradecerte el gesto, a medio de indignarme y rogarte que no fueras uno más, uno de esos que se quitan la chaqueta y se dejan el resto de corazas, que creen salvar cuando lo único que se está buscando es el peligro de la herida. He soñado, ya ves, con las puntas de tus zapatos, y mis puntillas tratando de alcanzarte. He soñado que llovía, que caía mucha agua, mucha, mucha, mucha… Un ruido ensordecedor; que llovía y tú me mirabas, tus labios, mis yemas, el olor a tierra mojada, y tú, y luego yo, y nada más que agua, como si alguien estuviera llorándonos.
Y después, lo de siempre: nos despertamos, yo en mi cama y tú donde quiera que duerman los canallas.
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Suena: La plage, Yann Tiersen
Desde mi ventana: noche cerrada, algunas luces al fondo, en la Sierra.




Este relato también puedes encontrarlo en mi libro: Mi propia ingravidez.

martes, 23 de abril de 2013

miércoles, 20 de marzo de 2013

Dime, Primavera.

Dime, Primavera, cómo me deshago yo de este sentimiento, de esta euforia de flores y sol, de volver a tener diecisiete y querer sentir toda la libertad estallando en mi pecho, y hablar, hablar, hablar… que ya lo dijo Schopenhauer, ¿cómo ascender y callar? Y te contaría, no sé, las tonterías de siempre con la luz de antes, el tiempo que pasa, las cosas que no cambian, las nuevas historias, las que se quedaron en la orilla y las que se atrevieron con el mar de fondo. Que otra vez llegas vestida de promesa y plenitud, Primavera, que otra vez te escondes cartas entre los dedos, y tus jugadas son el deshielo de todo un invierno, de cada palabra escrita en los márgenes de los folios, de la vida que dejamos colgada en unos puntos suspensivos para recuperarla cuando fuéramos capaces de vivirla. No sé, Primavera, que bajo todas tus alergias, escondes capas de nostalgia y de tristezas, que alguna vez te quedarás, nos quedaremos, sin alcohol, y dime tú dónde ahogaremos la rabia, la pena, la desazón y en qué fondo, en qué vaso o botella, vamos a estrellarnos cuando caigamos por la pendiente de estos días largos y estas noches cortas. Primavera, Primavera, que los cristales nos abrirán heridas que supurarán año tras año, pero moriremos con ellas. Y ahora vienes tú, folio en blanco, hojas nuevas, y me pides que no piense, que respire, que me abandone en esta borrachera que me ofreces, en el néctar de tu vientre. Quieres hacerlo todo posible, como cada comienzo, cada punto de inflexión, cada recuerdo, cada beso, cada abrazo, cada frase que no se dijo, y el silencio que nos acose luego cuando tú, ingratas palabras, te marches a otros brazos y a otro tiempo, a otro lugar, y te vistas de revolución, de sueños. Dime, Primavera, cómo me deshago yo de este sentimiento, de este quiero y no puedo, de este puedo y no quiero. Lárgate pronto y no vuelvas. Pero antes de marcharte quédate un rato, hasta que te odie y me acostumbre, hasta que puedas abandonarme con todos los remordimientos; no hoy, no mañana, puede que un lunes. Dime, Primavera, de qué vamos a hablar estos días, estos meses y los próximos años, si serás amante fiel, tejiendo y destejiendo mi espera, y yo, buscándote y perdiéndome, sin saber muy bien si acudir o no a los dioses para que me salven o esperar la cura en este sentimiento, en este fármaco que sana y envenena, en esta meteorología con trampas. Como tú, como yo.
Conversa conmigo, Primavera, ahora que nadie nos oye y todos nos miran.
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Suena: Solo, Annalisa Scarrone
Desde mi ventana: es de noche, sí, pero la primera de esta primavera.





Este relato también puedes encontrarlo en mi libro: Mi propia ingravidez.

viernes, 8 de marzo de 2013

Venezia.

Este relato podrás encontrarlo en mi próximo libro: Mi propia ingravidez.

lunes, 18 de febrero de 2013

Las tardes de domingo esperaré tu llamada.


Más vale un verosímil imposible, que un posible inverosímil,
Aristóteles.


 ¿Por qué no? Podrías estar preguntándote por mí.
 Ya sabes, un algo fugaz que te lleva a otro algo que, a su vez, te hace recordar que… y, de pronto, yo. De pasada, pero yo; de improvisto, pero yo. Y luego, no sé, cualquier otra cosa, volver al hilo de la conversación, perderse en la lectura, retomar los acordes, el tráfico… y no más yo, no más entonces, no más todavía. Hasta que, así, sin quererlo, vuelvas a preguntarte por mí.
 Y ya si eso, pues me cuentas, si verosímil imposible, si posible inverosímil, si juego de palabras, mucho ruido y pocas nueces, o pisadas en la arena, esas que se lleva la marea baja y que no se pueden reconstruir porque no están, pero no porque no hayan sido; que no hay más camino que aquel que ya se ha andado, aunque no queden huellas; o precisamente por eso, para no volver a pisarlas.
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Suena: Qué va a ser de mí, Ismael Serrano.
Desde mi ventana: noche, noche, noche…




domingo, 3 de febrero de 2013

Accidentes.


 Eres mi accidente favorito.
 No ocurres ni siempre ni la mayoría de las veces, por eso me gustas; porque eres tan impredecible que podría vivir sin ti, porque no me haces más falta que la de la incertidumbre, la de asegurarnos que hemos vivido porque al otro lado ya no nos esperan puertas ni ángeles ni cielos, sólo aquello que ya no acontecerá porque nunca dejamos que emergiera.

 Mírame a los ojos, y niégame que seas un accidente. Reivindica tu ser, tu racionalidad animal, tus labios y el que te esté escribiendo, reivindícalo todo. Pero no seas planta, no calles, habla, habla, habla…

 Tú eres un accidente y yo, sólo quien escribe.
 Tú, mi accidente; yo, el de este texto.
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Suena: Culpable, Lagarto Amarillo
Desde mi ventana: noche oscura, y en la mesa, Aristóteles y el último rooibos de champagne con praliné.

jueves, 10 de enero de 2013

Los pozos de la desesperación, el espejo.


 -¿Alguna vez te has mirado en el espejo y no te has reconocido? –preguntó con tal seriedad que el gris del cielo nubló también sus ojos y su semblante.
 -¿Literal o figuradamente? –respondió casi sin prestar atención, removiendo su café.
 -No, no… literal… -se apartó el pelo de la frente- ¿Sabes estas veces que te quedas mirándote tan fijamente que poco a poco tu rostro se va desfigurando? Que las líneas pierden sentido, que la piel se expande… como si fueras a ver lo que hay entre tú y tras de ti, el aire interpuesto…
  Levantó la vista cuando se quebró su voz, las nubes presagiaban tormenta, y una tímida gota de lluvia recorría su mejilla.
  -Claro que me ha pasado. Pero luego despiertas de golpe y te vuelves a encontrar. Me refiero, que es una sensación pasajera, después te encuentras contigo mismo observándote como un idiota y sólo te queda reconocerte.
 -¿Y si no vuelvo a conocerme? ¿Y si me pierdo para siempre?
 Se hizo el silencio. 
 Pero con él, estalló todo lo demás.
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Suena: Black & Blue, Chris Garneau
Desde mi ventana: cafetería, enero, té de vainilla.