Teníamos todas
las de perder y por eso no nos importó hacerlo. Con el cansancio de quien se ha
arrojado desde todos sus precipicios, te mostré las cartas en la primera mano:
«O vas o te achicas». Mis ojos escudriñaban tu iris y tu pupila, tan impasibles
como si tuvieras varias vidas. Y fuiste; fuiste para subir la apuesta: «No soy
de los que se achantan», respondiste sin quitarme la vista de encima. «Ni yo
voy de farol», te advertí y comencé a desnudar mis heridas: «¿Ves esta? Es la
de la adolescencia. Y aquella otra es el recuerdo de unos labios que me
quemaron las comisuras; en comparación, a qué poco saben los besos que traen
billete de vuelta. En el otro costado tengo una cicatriz horrorosa, pero esa me
da vergüenza que la veas porque de vez en cuando sigo hurgando en ella». Barajabas
como si nada, como si todo, pero cuando cortaste el mazo también te partiste en dos: «Siempre será especial por mucho que ya no la quiera»,
y supe que no podría competir jamás con el recuerdo de ella. «¿Sabes? Cualquier
baraja trae cuatro reinas y tú eres la tercera», susurraste y te imaginé
quitándome las medias. Sin embargo, temblabas más tú que mis piernas: «Parte y
reparte, que de esas historias ya estoy muy de vuelta». La mano fue a tu favor
y me contaste las costillas de dos en dos: «¿Cuál será en la que te detengas
para hablar de mí?», preguntaste con tanta nostalgia como certeza. Me reí
porque habíamos empezado a dar mucha pena: «Supongo que podría ser en
cualquiera». Las besaste para barrer resignado la mesa: «Cualquiera estará
bien», y sonreí satisfecha.
Te pedí la
revancha y las cartas volvieron a colarse entre nuestros dedos. Teníamos todas
las de perder y por eso nos la jugábamos; por eso perdíamos y por eso no nos
importaba demasiado hacerlo. Las derrotas sólo eran horas muertas de las que,
afortunadamente, podíamos perder la cuenta.
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Suena: Mad World, Michael Andrews ft. Gary
Jules.
Desde mi ventana: hoy escribo frente a un ventanal del
que cuelgan cintas y otras plantas verdes, pero sé que fuera la Sierra luce
hermosa su manto de nieve blanca. Ha empezado a hacer
frío de verdad y yo siento que Sabina me ha robado, además de abril, los otros
meses del año.
Encantadora metáfora la partida de cartas en la que, queramos o no, la vida nos va sirviendo las manos...y tú mirando de reojo al de enfrente.
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