domingo, 27 de noviembre de 2011

Torpezas.

Lo peor de tropezar con tus propias torpezas es que no puedes culpar a nadie más. Ni siquiera cuando tratas de remontarte al pasado, a cualquier absurdo complejo freudiano o alguna dosis de psicología barata que, igual que el alcohol barato, lo único que hace es revolverte por dentro a bajo coste.
Son esas torpezas las que te arrollan, porque no es que el tren haya pasado de largo, es que te ha pasado por encima. Y eso no te da ninguna opción a correr por la vías y tratar de alcanzarlo.
No hay segundas oportunidades; sencillamente, se ha ido.

______________
Suena: Jóvenes eternamente, Pol 3.14
Desde mi ventana: el cielo límpido, azul, sin ni una nube. Al fondo la Sierra ya nevada, blanca, blanca, blanca...

5 comentarios:

  1. A veces nos sentimos mal con nosotros mismos por nuestros propios errores. Por esos errores que son nuestros y por los que no puedes enfadarte con nadie más que contigo misma.

    ResponderEliminar
  2. Joer prima, que bonito y que... mmm... ¿apocaliptico? te ha quedado. Son nuestras propias torpezas las que nos arroyan...
    Y mira que yo de alcohol barato y de torpezas entiendo un poquito.
    de regalo, mira el tuenti!

    ResponderEliminar
  3. mmmm, y hablando de torpezas... obviamente queria decir arrollar.
    Dios, estoy peor de lo que pensaba

    ResponderEliminar
  4. No hay lapsus ni actos fallidos que nos salven de caer en la triste repetición de tropezar con nuestras propias piedras. Besos.

    ResponderEliminar

Pasen y vean.